jueves, 8 de diciembre de 2016

Cuando la mejor decisión es coger tu mochila y seguir tu camino


A veces una decisión dura es la mejor solución


Un compañero, con el que he tenido el placer de compartir muchas horas de buen trabajo, utiliza de manera continua una máxima:

Si no eres parte de la solución, entonces eres parte del problema

¿Somos lo suficientemente honestos con nosotros mismos para reconocer cuándo no somos parte de la solución? Está claro que nadie quiere ser, ni sentirse, parte de ningún problema (nadie en su sano juicio creo...). Sin embargo, seguimos luchando en muchas ocasiones para imponer nuestra manera de hacer las cosas, que siempre ha funcionado,  y que puede que en esta ocasión no funcione... pero nuestro ego no nos deja retirarnos a tiempo... y perdemos.

En una de mis experiencias profesionales me ha tocado "abandonar" por el bien del equipo y del proyecto. Abandonar porque ya había aportado todo lo que tenía que aportar, abandonar porque no siempre las mismas cosas funcionan en distintos entornos. 

Tu manera de ser como director de proyectos no es lo único que importa: el equipo con el que te encuentras, la situación temporal, la dirección de la compañía y, en definitiva, el entorno en el que te mueves y "su manera" de hacer las cosas también importa... y no siempre encaja. 

Tengo muy claro que no encajar en un proyecto, con un equipo, con una cultura de empresa, no convierte a nadie ni en mejor ni en peor profesional. Lo que sí creo que reconocer a tiempo que las cosas no están funcionando aunque lo hemos dado todo... y apartarnos para que el proyecto y el equipo sigan su curso, nos dejará una cicatriz, pero nos hará crecer . 

La sensación inicial de fracaso es dura, cómo no va a serlo. Es dura si lo has dado todo, si no has actuado de mala fe sino que has aportado todo tu conocimiento y experiencia y en ocasiones se ha malinterpretado, es duro si has "dado la cara" por personas que bajan la mirada cuando les toca hacer lo mismo, es duro cuando te has esforzado por hacer equipo y te das cuenta de que en realidad viven más cómodos sin cambiar, pero, por encima de todo, es la experiencia que te hace crecer y te hace ver que la vida, tanto la laboral como la personal, ni siempre es "justa", ni siempre es "rosa", pero siempre te proporciona experiencias que, si sabes analizarlas después del dolor, te harán mejor profesional y mejor persona.

No perdamos las ganas de seguir dando pasos adelante, siempre habrá piedras en el camino que nos harán caer, pero por suerte, podemos apoyarnos, tambalearnos, y volver a levantarnos... siempre que queramos hacerlo.

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