En el mundo de los “hayques” y los “esques” nunca ocurre
nada… nada bueno. No se avanza, no se crece, no se evoluciona, porque no se
construye nada.
Seguro que todos habéis vivido, o vivís a diario,
situaciones en las que, ante un problema, siempre hay alguien que dice “hay que
hacer este cambio”, “hay que llamar a tal persona”, “hay que terminar este
proyecto”, “hay que …”. Parecen frases constructivas, de acción; sin embargo,
son sólo una indeterminación y un autoengaño. Diciendo esas frases, lo único
que estamos haciendo es identificar una situación a la que no estamos poniendo
solución. No estamos actuando, no estamos identificando quién ha de hacerlo, no
estamos planificando, sólo estamos autogenerando la sensación de que lo
hacemos. Porque sí, porque parece que decirlo lo convierte en real, pero lo
malo es que si nadie coge el testigo y asume la tarea o la acción como suya y
se responsabiliza de ella, al final, se queda sin hacer.
¿Y que ocurre entonces? Como no ocurre nada, porque después
de una reunión llena de “hayques”, se termina y se sigue con el trabajo del día
a día, olvidando los “hayques” sin asignar, esperando que alguien los asuma; entonces
llegan los “esques”. ¿Y qué son los “esques”? Los “esques” son las excusas que
damos cuando después de ese “nada ha ocurrido”, alguien ha preguntado ¿Por qué
esta tarea está sin terminar? ¿Habéis llamado a esta persona? ¿Está resuelto
este problema? Es entonces cuando decimos “es que no era tarea mía”, “es que
pensaba que lo iba a hacer Fulanito”, “es que tenemos otras prioridades” … y en
realidad no nos hemos parado a pensar que no hay nada peor que la
indeterminación y el miedo, o las pocas ganas, de asumir tareas o
responsabilidades. Incluso cuando hay alguien con iniciativa en un equipo que
funciona a golpe de “hayques”, que siempre acaba asumiendo estas tareas, lo que
ocurre es que se cansa, se frustra y se quema, por ser el único que lo hace, y
nadie sabe por qué… o prefieren no saberlo.
El “hayque” puede parecer una simple manera de hablar, pero
toda mi experiencia se ha empeñado en demostrarme que es mucho más que eso. La
buena noticia es que, una vez identificado, es más fácil solucionarlo. Por eso
le digo siempre a los equipos con los que trabajo, no me digas “hay que hacer”,
dime quién va a hacerlo o que necesitas que asigne la tarea. Y funciona, no os
imagináis lo sorprendente del resultado de un “simple” cambio en la manera de
plantear las cosas. Es mucho más productivo, más eficiente y más “sano” para
los equipos de trabajo, convertir los “hayques” y los “esques” en personas
concretas que hacen tareas, las estiman, les ponen plazos y explican los cumplimientos
y los incumplimientos y ponen medidas para corregirlos si los hay. Si nos
dejamos de “hayques” y de “esques” podremos centrar nuestro esfuerzo en buscar
y aportar soluciones, en asumir responsabilidades y evitar buscar culpables de
tareas que nadie ha hecho, porque ni siquiera sabía que la tenía que hacer.
Dejemos las suposiciones y las asunciones. Es mucho más
sencillo trabajar en claro, sabiendo en cada momento quién hace qué y qué
esperar de cada uno. No dejemos que los “hayques” y los “esques” formen parte
del equipo. ¡Funciona mucho mejor sin ellos!
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