Esta mañana leía un mensaje de Paul Bryant (un entrenador de
fútbol americano de hace ya algunos años), que me recordó de algún modo a mi
manera de ver las cosas y a darle título a este post.
Son tres las cosas que le digo a mi equipo
para ayudarlos a mantenerse unidos:
Cuando algo sale mal: he sido yo
Cuando algo sale más o menos bien: lo hemos
hecho nosotros
Cuando algo resulta realmente bien: lo
habéis conseguido!!
Sin embargo, en el día a día, ¿cuántos de nosotros hemos
vivido esta situación? Más bien hemos presenciado lo contrario. Algo sale mal o
hay diferencias de opiniones en los proyectos, y se oyen los gritos en todo el
edificio. Sin embargo, si nos paramos a pensar, ¿le sirve de algo al que grita?
¿y al receptor de los gritos? ¿y al resto del “público” que se ve obligado a
presenciarlo? Si la respuesta a alguna de las preguntas es sí, quizás no debas
seguir leyendo…
Por suerte o por desgracia, el gritar no da ni quita
razones, pero sí nos pone a todos a la defensiva y dejamos de escuchar para
entender, y nos ponemos en modo “escuchar para replicar”. ¿Y qué hemos
conseguido al final? Un ambiente crispado donde si tenemos la suerte de que se
hagan las cosas, no tendremos la suerte de que quieran seguir haciéndose.
Estaremos matando la proactividad, la participación, el equipo y la cohesión …
salvo cuando el equipo decide unirse “contra” y no para crear, sino para
destruir.
Todos somos humanos, tenemos malos días y reacciones de las
que nos arrepentimos, pero con una práctica sencilla, mantener al equipo
motivado a la larga se consigue.
Algo sale mal, el cliente se enfada, ¿qué hacemos?
- Asumir la responsabilidad ante el cliente
- Defender al equipo
- Si ha habido un responsable, hablar en privado con él y tratar de buscar explicación o, si es necesario, tomar medidas en situaciones graves. Siempre en privado.
- Buscar soluciones cuando las haya o asumir las consecuencia cuando no sea posible
- Unir al equipo para resolverlas
- Aprender de la situación
Algo sale bien, o realmente bien, ¿qué hacemos?
- Agradecer al equipo su trabajo, sin ellos, no habría sido posible. Una felicitación sincera, en público, a todos… ¡qué bien sienta recibirla!
- No asumir la responsabilidad única ante el cliente… ni ante nadie. ¡Ha sido un trabajo de todos!
¿Creéis que es posible?... Yo afirmo que lo es, y que se
consigue un equipo comprometido, dispuesto, proactivo, cohesionado, de esos que
están “a las duras y a las maduras” y con el que siempre se puede contar.
Este post va dedicado al mejor equipo
con el que he tenido el placer de trabajar. Sabéis que me refiero a vosotros,
¿verdad chicos?
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